El nuevo código de la construcción en Galicia obliga a la instalación de paneles solares en todas las nuevas edificaciones.
Mi idea es observar el tema haciendo hincapié en los inconvenientes que veo desde una perspectiva liberal, aunque sólo con echarle un vistazo a la idea empiezan a salir nuevas cuestiones en paralelo.
Vamos con ello.
De salida la norma obliga a todos los futuros compradores de viviendas nuevas a adquirir con estas una instalación que no es necesaria para la habitabilidad de la vivienda, con lo que se les impone la adquisición (y el pago) de unos bienes podrían perfectamente no desear.
Aunque también es cierto que en todas las construcciones están obligadas a contar con, por ejemplo, una instalación eléctrica completa para todas las viviendas, y que el comprador hoy en día no tiene la opción de adquirir una casa que no las tenga (ni por tanto a que se le descontara del precio el coste del material y la mano de obra ahorrada), sin embargo, sí tiene la opción de no contratar el suministro eléctrico, y por lo tanto no tener que seguir pagando por un servicio que no quiere recibir.
Estas nuevas instalaciones supondrán, primero, un incremento del coste de las viviendas, si bien es cierto que, en el casos de las construcciones de varios pisos y con muchas viviendas, el reparto del coste hará que el incremento, de forma individual, no sea demasiado, y además no hay que olvidar que la mayor parte del precio de las viviendas actualmente viene derivado del coste de los terrenos y de algunos impuestos.
Pero también obligarán a un gasto permanente en el mantenimiento de las instalaciones, un coste que a día de hoy no sabemos como evolucionará, como tampoco sabemos si las instalaciones que se monten ahora serán las más eficientes en función mantenimiento/beneficio (pero el tema de la idoneidad de la elección es el núcleo principal de mi critica liberal, que intentaré explicar un poco más adelante), pero el caso es que los propietarios estarán obligados a un gasto, condicionado por la elección más o menos acertada del constructor a elegir el modelo de placas solares.
Por lo tanto, se obliga a los propietarios(se supone que a través de las comunidades de vecinos), a un gasto permanente que, en el futuro podrán o no, querrán o no, afrontar. Se instalarán placas solares en todas las construcciones, pero habrá comunidades que decidan no atenderlas con lo cual se habrán convertido en un gasto inútil de dinero.
Supongamos que la legislación obligara a un mantenimiento y revisiones periódicas, aún en ese caso, sabemos por la práctica que en una comunidad que se caracterizara por su dejadez, que no habrá pocas, la atención a la instalación se limitaría al mínimo posible. Se supone que estamos hablando de unos productos delicados, que si se descuidan, cuanto menos, perderán eficiencia y a la larga se estropearán. De nuevo habríamos realizado un gasto inútil.
Estamos viendo como la decisión por parte del gobierno de obligar a la instalación de una nueva tecnología supone, por lo menos en parte de los casos, de un gasto económico que se convierte en despilfarro. Esto supone una enorme cantidad de dinero que se gastará en algo que no supondrá un provecho para los ciudadanos, y ni siquiera servirá para el teórico propósito de la idea, que es la producción de energía limpia, en los casos de las placas solares que se estropeen. Un dinero, que no va a ser invertido por esos ciudadanos en otras actividades (tampoco es que se vaya a esfumar, los constructores de casas y los fabricantes de placas solares recibirán un dinero que reinvertirán, pero la intervención del gobierno obligando a que ese capital sea redirigido a unas empresas de un sector determinado, rompe la idea de la libre elección, y limita la capacidad de los ciudadanos de invertirlo en lo que ellos realmente consideren más provechoso).
Y hay un aspecto aún más potencialmente perjudicial, y que puede suponer un gran lastre a largo plazo, tanto para el desarrollo del aprovechamiento de la energía solar, como para el surgimiento de posibles nuevas fuentes renovables de energía o de la mejora de las que existen ahora.
El gobierno obliga a instalar paneles solares, en todas las construcciones, desde “ya”, con la tecnología que tengamos en este momento.
Esta obligación rompe uno de los mecanismos naturales que guían la aparición y el desarrollo de las nuevas tecnologías, por el que al principio, por tener que producirse de forma prácticamente manual, son costosas y sólo son usadas por unos pocos precursores. El uso por parte de éstos ayuda a desarrollar nuevas mejoras y a buscar una optimización en el coste de la producción, bajan los costes y más gente puede utilizarlas. Así, si realmente la idea inicial era aprovechable y se desarrolla, de forma natural se irá extendiendo su uso hasta abarcar a la mayoría de los ciudadanos. (Para una mejor y seguro más comprensible explicación de este proceso iros al “Camino de Servidumbre” de Hayek)
Con esta decisión se rompe el proceso de evolución de esta tecnología, porque se obliga a extenderla a toda la población sin pasarla por todo el proceso de criba.
Con lo que se están produciendo dos males, un elevado gasto económico en un producto que quizás no sea el más adecuado y el cierre de las posibilidades para otras posibles opciones, tanto porque lo que se gaste en esas instalaciones no irá a otras posibles alternativas, como porque la elección obligada de al menos esta tecnología limita las posibilidades de instalar otras.
Una de las cosas que he escuchado con respecto a este tema es la idea de que habrá muchos pequeños productores de energía, en todas las casas se producirá un poco de energía eléctrica, todos tendremos nuestro pequeño kilowatio. En seguida me vio a la mente un país donde un día alguien decidiera que todas las casas, todas las granjas, deberían tener su pequeño horno en el que producir un poco de acero… sabéis la historia no.